Pasan los días y seguimos sobrecogidas y sin palabras ante lo ocurrido el pasado miércoles 24 de abril, a una mujer embarazada en Oviedo mientras se encontraba en pleno proceso de parto en su domicilio.
Esta mujer fue violentada por las autoridades en su propia casa con una orden judicial para ser trasladada de inmediato al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) para inducir su parto. Queremos aclarar que no fue ingresada por un peligro o emergencia médica. La salud y constantes tanto de la mamá como de su bebé estaban controladas por una matrona profesional con amplia experiencia en partos en casa. Estar embarazada de 42 semanas no es una patología, sino una circunstancia, pero el autoritarismo médico ingresó a esta mujer a la fuerza haciendo uso de su poder institucional.
Ella, como mujer, embarazada, libre, consciente e informada que es, decidió que el hospital no sería el lugar donde dar a luz. Ella, conociendo todas las opciones, deseaba su parto en casa acompañada por una matrona. Deseaba un parto en la tranquilidad del hogar, sin relojes, ni prisas, ni protocolos, ni intervenciones innecesarias… Solo deseaba traer al mundo a su bebé en el calor del nido, en casa, arropada por su familia.
Todo se tuerce en el momento en que aparece la autoridad mostrando su lado más violento, nuevamente ejercido contra una mujer. A esto se le llama violencia institucional patriarcal y machista. Violencia de una institución sanitaria que denuncia a una mujer embarazada. Violencia de un juzgado que autoriza su detención y violencia de las autoridades que siguen órdenes para trasladarla a la fuerza al hospital en pleno desarrollo natural de su parto, atentando contra su dignidad, intimidad y contra su integridad física, psíquica y emocional.
Esto es una agresión imperdonableu y puro ejercicio de control y dominación sobre un proceso en que las mujeres deberíamos tener potestad absoluta. Ocultar burdamente que la problemática es la “moda de parir en casa”, como ha hecho la ministra Carcedo, es no responsabilizarse de un sistema patriarcal estructural que nos ataca, que nos infantiliza, nos tacha de irresponsables y nos niega el derecho inalienable de decidir sobre nuestras vidas, nuestros cuerpos y los de las criaturas que traemos al mundo.
A las instituciones nunca se les pone en tela de juicio, los medios de desinformación solo hacen eco de lo que les interesa y quieren oír. Pero no escuchan a las mujeres y lo que tenemos que decir. Siempre se duda de nuestro testimonio cuando nos violan, cuando nos agreden, cuando abusan de nosotras, cuando se ejerce violencia contra nuestros cuerpos. Parece que decir NO, no es suficiente, al sistema no le importa, al sistema le da igual. Es todo lo mismo: violencia patriarcal.
Tenemos que evitar que esto vuelva a ocurrir. Queremos parir en libertad y pedimos que se nos respete porque se trata de nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestras decisiones.
Nuestros partos nos pertenecen.
Si tocan a una nos tocan a todas.
No es no.
partEres, abril 2019